No sólo quiero una habitación propia, quiero la noche, la calle y la ciudad;
quiero habitar los lugares y espacios sin encogerme, sin miedo
y sin tener que vivir en estado de alerta constante.
Quiero un lugar en este mundo.
Quiero que nos miren diferente.
Deseo vivir la vida desde el placer, la alegría y la libertad.
Parte uno: Habitar la ciudad
Una invitación, un llamado a otras mujeres para compartir, imaginar y accionar, a estar juntas.
Charlar sobre nuestras experiencias en el espacio público, nuestros miedos, estrategias de supervivencia y el derecho a la rabia.
La oscuridad, el afuera, los lugares solitarios y nuestros barrios no son lugares seguros.
Parte dos: Una mirada propia
Jugar y apropiarnos de nuestros cuerpos y nuestros movimientos. Hacernos fotos entre mujeres, reencontrarnos con el gozo, la
libertad y los afectos.
Tomar y deformar las obras de “grandes” artistas que con su mirada masculina y patriarcal nos han afirmado como objetos.
Reclamar una mirada propia: ser las musas que se rebelan.
Parte tres: “Ocupar”
Tomar los retratos resultantes de nuestro encuentro y usarlos para poder habitar esas calles a las que tememos tanto.
Llevar un pedazo de nuestro refugio al espacio público y desde la virtualidad imaginarnos libres, contentas y sin miedo.
Hacer un montaje digital de nuestras fotos sobre la calles sin olvidar que son lugares que todavía no podemos transitar
tranquilamente.
Jugar con la idea de que así sea y que poco a poco reclamamos nuestro espacio en este mundo.
Parte cuatro: Ocupar (Aún en proceso)
Retomar las estrategias aprendidas en la parte uno.
Juntarnos, salir a las calles y proyectar en todos los muros posibles las imágenes de mujeres alegres, bailando, compartiendo y
reinterpretando su propia existencia.
Habitar como mujeres gigantes los espacios que alguna vez nos hicieron sentir pequeñas e indefensas.